Recorrido del Director

Una obra maestra de la arquitectura

Como el octavo director del Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard en sus casi 150 años de historia, me despierto cada día sorprendido por mi buena fortuna. Además, vivo a sólo dos manzanas del recinto (¿dónde más?). Por ello, paso mucho tiempo paseando por el Arboreto, admirando las plantas y disfrutando de todo lo que la naturaleza ofrece a lo largo del año.

Cada una de las plantas que he seleccionado para este recorrido está asociada a un maravilloso recuerdo de un momento en el que dos organismos -una persona (yo) y un árbol (no yo)- se conectaron en el tiempo y el espacio. Estas plantas me han inspirado y me han llevado a profundizar en las colecciones vivas. Espero que esta visita le lleve a una relación de por vida con las más de 16,000 plantas leñosas que llaman al Arboreto su hogar.

Empecemos con uno de mis especímenes favoritos de la colección, el arce pintado (Acer mono), accesión 5358*A. Este árbol comenzó su vida en Boston como semilla enviada desde el Imperial Botanic Garden de Tokio en 1902. Imagínese que germina en los invernaderos del Arboretum durante la primavera siguiente, con sólo un centímetro de altura y un par de pequeñas hojas de plántula emergiendo del suelo.

Unos cuatro o cinco años después, el joven arbolito estaría listo para ser plantado en la tierra. Se eligió un lugar, se cavó un agujero y el arce pintado pasó más de un siglo creciendo hasta convertirse en la obra maestra que tiene ante usted. Mírelo desde diferentes ángulos, a diferentes horas del día y durante diferentes estaciones. Este árbol es elegante, majestuoso, sublime.

Corteza como una serpiente

El Arnold Arboretum alberga la mejor colección de arces de cualquier jardín botánico o arboreto del mundo. En New England (Nueva Inglaterra), se nos ocurre una breve lista de arces que nos resultan familiares: arces de azúcar, arces plateados, arces rojos. Pero los arces (género Acer) son un grupo de árboles muy diverso, con unas 130 especies en todo el hemisferio norte, y la mayoría son originarios de las zonas templadas del este de Asia.

Hay una buena razón por la que el Arnold Arboretum tiene una colección de arces tan sorprendente: llevamos casi 150 años recolectando plantas en China, Japón y Corea. Después de todo, ¡este es un museo de árboles! Entre mis arces favoritos hay un pequeño grupo de especies llamadas arces de corteza de piel de serpiente, todas ellas, excepto una, son originarias de Asia. Como puede adivinar, los arces de corteza de piel de serpiente tienen una hermosa corteza lisa con rayas verticales blancas y cerosas. La corteza puede parecerse al color de las limas, o de las cáscaras de naranja y pomelo.

Todos los inviernos, cuando el Arboreto revela sus huesos, acostumbro a ir a contemplar la corteza de estos maravillosos árboles, como el arce rojo (Acer rufinerve), el arce rayado de Manchuria (Acer tegmentosum) y el arce del Padre David (Acer davidii). Pase la mano por la corteza y disfrute de su suavidad y frescura. Estos arces son uno de los mayores tesoros de las zonas templadas de Asia.

Los majestuosos robles

Cada otoño, vuelvo a visitar los venerables robles asiáticos, y en particular, el roble alcornoque chino (Quercus variabilis).

Me atraen estos árboles por su corteza profundamente surcada y sus frutos marrones y lisos (la “bellota”) con capuchones sobredimensionados (la “cúpula”). Las cúpulas, con sus revoltosas y rizadas hojas escamosas, acaban por todo el suelo debajo de cada árbol después de que las ardillas saqueen las bellotas y se lleven las partes buenas.

También me gusta el hecho de que, mientras el otoño nos rodea, las hojas de esta especie de roble ni siquiera han empezado a perder el verde intenso del verano. Estos árboles se mantienen estoicos -ni rojos ni dorados- esperando su momento antes de que sus hojas se vuelvan de un magnífico color bronceado y se dispersen al viento.

El primer ejemplar de esta especie que se incorporó a las colecciones vivas del Arboreto fue recogido por el primer director del Arboreto, Charles Sprague Sargent, durante su viaje a Japón en 1892. Más tarde llegarían al Arnold especímenes procedentes de expediciones de recolección a China en 1905, 1908 y 1994. De hecho, la semilla del árbol que tiene delante se recogió en Corea del Sur en una expedición del Arboretum en 1977.

Respire profundamente

Hay ciertas épocas del año en las que hay que inhalar el Arnold Arboretum para obtener una experiencia completa. Durante el verano, los compuestos aromáticos que desprenden las flores de los tilos (Tilia) y la magnífica hortensia paniculata (Hydrangea paniculata) son especialmente intensos. En julio, dos extraordinarias accesiones de hortensias paniculadas, la 14714*A y la 14714-1*A, se cubren de flores blancas, varias semanas antes que muchos otros miembros de esta especie.

La accesión 14714*A llegó a Boston en 1892 como una semilla recolectada por Charles Sprague Sargent, el primer director del Arboretum, durante su expedición a Japón. Ha crecido en este lugar (una vez que se graduó en el vivero) desde entonces. La accesión 14714-1*A es literalmente una “astilla del viejo bloque”, propagada como un esqueje de la 14714*A en 1905.

Algo maravilloso de las hortensias es su dimorfismo floral. Cada planta produce dos tipos distintos de flores: las flores fértiles, más pequeñas y numerosas, y las flores vistosas, menos numerosas y a veces denominadas flores estériles (¡aunque a menudo son perfectamente fértiles!).

Muchos sostienen que la evolución de las flores vistosas “estériles” en las hortensias se debe a las ventajas de atraer más polinizadores a las inflorescencias, o como dijo Charles Darwin en 1877, “haciendo que las cabezas de las flores sean llamativas para los insectos”. Si lo creo.

El centenario de Illinois

Esta catalpa del norte comenzó su vida en Waukegan, Illinois, en los viveros del gran promotor y cultivador de catalpas Robert Douglas. Douglas reconoció las extraordinarias cualidades de la especie -crecimiento rápido, resistencia a la podredumbre, tolerancia a los suelos pobres- y vio su potencial como importante fuente de madera. Douglas plantó más de dos millones y medio de plántulas de catalpa del norte en el Medio Oeste americano. Dos de sus árboles llegaron al Arboreto en 1886.

Las catalpas solían ser un árbol callejero común en los Estados Unidos de América. En pleno verano, cuando ya ha pasado el pico de floración de la mayoría de los árboles templados, las catalpas ofrecen un magnífico espectáculo de flores con una coloración silvestre -manchas moradas y naranjas, rayas de tigre- y con pétalos con flecos y fusionados.

Hoy en día, la gente tiende a preferir los árboles “limpios”, es decir, los que no dejan caer una abundancia de frutos “desordenados” cada otoño. Los árboles de catalpa, después de florecer, forman muchos frutos, cada uno de unos treinta centímetros de largo, como una vaina de vainilla. La mayoría de la gente prefiere no tener 10,000 frutos en forma de vainas pudriéndose en la acera. Creo que es una pena. La naturaleza puede ser desordenada, ¡y es agradable tener un poco de ese desorden justo en tu propio jardín!

Fenomenal corteza alada y frutos que asombran

El árbol que van a conocer es el primer árbol del que me enamoré en el Arnold Arboretum, allá por el 2009. Había llegado el principio del invierno y los árboles habían perdido sus hojas. Paseaba por un paisaje desconocido en una de mis primeras visitas a los terrenos del Arnold Arboretum. Subiendo por Bussey Hill, me quedé completamente atónito ante el liquidámbar (Liquidambar styraciflua) que tenía delante. He visto muchos tilos en mi vida, pero éste me sorprendió.

Los tilos muestran una forma de corteza alada en la que se desarrollan paneles de crestas corchosas a lo largo de las ramas leñosas. Pero este tilo parece estar en esteroides. La arquitectura del árbol parece extraña, atrofiada y extrañamente ramificada. Una mirada cercana revela una cantidad inusual de crestas corchosas (alas) que se forman a lo largo de las ramas leñosas.

Además de su extraordinaria corteza, las inflorescencias y los frutos del liquidámbar son una maravilla durante todo el año. Las flores son unisexuales (tienen partes masculinas o femeninas) y se forman en densos racimos en primavera, con las flores femeninas mostrando unos asombrosos estigmas rizados (la estructura que recibe el polen). Con el tiempo, los racimos de flores femeninas (inflorescencias) se convierten en infrutescencias leñosas y puntiagudas, que cuelgan del árbol mucho después de haber arrojado sus semillas.

Este tilo llegó al Arboreto en 1979 como semilla. Al parecer, su madre era igual de “alada”. Uno de nuestros expertos recolectores de plantas lo vio en un campo de cultivo en Missouri y se tomó la libertad de liberar algunas semillas.

Las flores más grandes del Arboreto

El Arboreto cuenta con una maravillosa colección de magnolias. La mayoría de los visitantes estarán familiarizados con las especies de floración temprana que ofrecen un espectáculo espectacular cerca del Hunnewell Building (Edificio Hunnewell) cada primavera. Pero algunas especies de magnolias florecen a finales de la primavera e incluso hasta el verano.

Mi favorita es la magnolia de hoja grande (Magnolia macrophylla), una increíble especie originaria del sureste de los Estados Unidos. Nuestros ejemplares están escondidos bajo la colección de nogales. La magnolia de hoja grande no sólo tiene hojas enormes (las hojas simples más grandes de cualquier árbol de clima templado), sino que también tiene flores enormes, que abarcan un pie y medio de ancho cuando se abren completamente en junio. ¿Por qué una planta tiene una flor tan grande? La respuesta es: no tengo ni idea. Pero es una belleza para contemplar.

Como con todas las magnolias, la floración es un proceso maravillosamente coreografiado. El primer día, la flor se abre y realiza su función femenina recibiendo el polen. En esta fase, la flor parece una estrecha flauta de champán, alta y erguida. El segundo día, el polen se libera de las estructuras masculinas (estambres) y los tépalos (partes parecidas a los pétalos) se abren completamente, dando lugar a una flor grande, del tamaño de un plato.

Esta secuencia de recepción y liberación del polen -una de las muchas estrategias inteligentes que han evolucionado para evitar la autopolinización- nos recuerda que las plantas expresan el género de maneras muy inteligentes. El primer libro escrito sobre este tema fue escrito por nada menos que Charles Darwin en 1877.

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Explore la biografía de Bigleaf Magnolia Planta Bio

Un par de arándanos de mata alta muy viejos

El Explorers Garden está repleto de los mayores éxitos del Arnold Arboretum, especímenes que ponen de relieve los 150 años de historia de la institución trayendo a Boston magníficas plantas leñosas de todo el hemisferio norte.

Las plantas más llamativas abundan a cada paso, incluyendo los dos árboles de Franklin (Franklinia alatamaha) más antiguos del planeta (adquiridos en 1905); un gran conjunto de azaleas reales (Rhododendron schlippenbachii), algunas de las cuales se remontan a 1905; un impresionante árbol de flecos chinos (Chionanthus retusus) al final del Camino Chino (un regalo de 1901 del Imperial Botanic Garden de Tokio); y los dos primeros árboles de los pañuelos (Davidia involucrata) cultivados en el Arboreto, adquiridos en 1904 y 1911.

Pero la belleza puede encontrarse incluso en las plantas más aparentemente mundanas. El arándano de mata alta (Vaccinium corymbosum, accesión 1951*B) que tiene ante sí es uno de los dos arándanos que llegaron al Arnold Arboretum en 1883. Aunque son un poco desaliñadas, estas dos plantas lucen preciosas hojas verdes, hermosas flores en forma de urna en primavera y vibrantes frutos de arándanos jóvenes a principios y mediados del verano.

Ambos arbustos fueron recolectados por Jackson Dawson, que fue el primer propagador de plantas del Arboreto, puesto que ocupó durante 43 años. En 1883, Dawson, que viajaba en un carro tirado por caballos, descubrió estas plantas en un bosque cercano y las recogió.

Es cierto que estos dos arándanos de mata alta no viajaron mucho para llegar al Arboreto. Ningún equipo de recolectores de plantas arriesgó su vida en remotas laderas de China, Corea o Japón para obtenerlos. No han hecho un largo viaje por río, mar y ferrocarril transcontinental para llegar a Boston, sino que han dado un corto paseo en carro hasta el Arboretum. Al fin y al cabo, son “sólo” un par de arándanos muy viejos a la vuelta de la esquina. Persisten y son hermosos.

Un árbol maravillosamente retorcido

El Arnold Arboretum alberga más de una docena de cultivares de haya europea, incluyendo formas de hoja púrpura, hoja cortada y llorona. Pero ninguna de estas desviaciones hortícolas se acerca al espectacular haya europea retorcida, Fagus sylvatica ‘Tortuosa’. Este magnífico ejemplar llegó al Arboreto en 1888, un regalo del Royal Botanic Gardens de Kew, y un recordatorio de que los jardines de todo el mundo siempre comparten su riqueza botánica.

En lugar de crecer en línea recta hacia el cielo, como un haya europea normal, el haya retorcida tiene ramas que crecen en espiral y luego caen. Con el tiempo, el árbol adquiere la forma de una semiesfera. En otoño, estar bajo la copa es como entrar en una catedral medieval con magníficas (y efímeras, en este caso) vidrieras que filtran la luz.

Mire hacia arriba, hacia el sinuoso sistema de brotes, y disfrute de la soledad de estar a solas con un único y hermoso organismo en medio de un mar de árboles, todo ello dentro de un oasis urbano. El invierno pone de manifiesto las magníficas formas retorcidas de las ramas, y la brotación primaveral deleita con el verde claro de las hojas recién nacidas.

Hay muchas otros deleites hortícolas asociados a las formas colgantes o torturadas -llorones, por así decirlo- y se pueden encontrar muchos de ellos repartidos por el Arnold Arboretum.

Un árbol para yacer y mirar hacia arriba

La colección de pinos del Arnold Arboretum es una de las más sutiles de nuestras colecciones, ya que atraviesa las estaciones sin la vistosidad de un despliegue floral primaveral o el caleidoscopio de colores de las hojas otoñales de sus hermanos de hoja caduca. Más bien, cada día, los pinos se miden en los sutiles matices del verde de sus agujas, las texturas y matices de la corteza y la lenta maduración de sus conos de semillas.

Un destino favorito entre los pinos es un conjunto de tres pinos de Montaña centenarios (Pinus pungens, accesiones 10706*A, *C y *E) que proceden de los Appalachian Mountains. Los conos de las semillas de esta especie tienen sorprendentes estructuras en forma de espina que sobresalen de cada escama de la semilla.

El pino de montaña es serótino, lo que significa que mantiene sus conos con semillas durante años, bien cerrados, hasta que llega el fuego silvestre. El calor del fuego abre las piñas y libera las semillas. Este mecanismo, maravillosamente evolucionado, garantiza que las masas de pinos de Montaña puedan repoblar fácilmente sus hábitats nativos, que están sujetos a incendios naturales episódicos.

Cuando visite estos árboles, asegúrese de contemplar toda la copa desde abajo (empiece por la accesión 10706*A, mi favorita). Acuéstese, mire hacia arriba y verá una nube de cientos de viejos conos portadores de semillas de la última década silueteados contra el cielo. La primera vez que probé esto, me pilló totalmente desprevenido, de la mejor manera posible. A usted le ocurrirá lo mismo.

Un pino como ningún otro

Entre las 37 especies diferentes de pinos que viven en el Arboretum -con un total de más de 1,000 árboles en proceso de adhesión- una especie, en mi opinión, se eleva por encima de todas: el pino chino de Bunges (Pinus bungeana), originario de China.

Nada puede superar la espectacular corteza del pino chino de Bunges que, en invierno, se desprende en grandes trozos en forma de rompecabezas. Un solo tronco puede presentar una impresionante gama de colores, como el aguacate, corteza de pomelo, carmesí, plateado, naranja y lima.

Fíjese bien e incluso podrá observar que los lados del tronco orientados al norte y al sur difieren en sus esquemas de color (el norte tiende a mostrar un blanco más plateado). En estado silvestre, los pinos rojos pueden vivir mil años o más. Aquí, en el Arboreto, nuestro ejemplar más antiguo -el que tiene delante (accesión 663-49*C)- se incorporó a las colecciones vivas en 1949.

Conozca un ginkgo hembra

El ginkgo (Ginkgo biloba) es el último de su especie, la única que queda de un antiguo linaje que antaño crecía en todo el hemisferio norte. En la actualidad, esta especie sólo persiste en estado silvestre en unas pocas poblaciones pequeñas y dispersas en China. Sin embargo, los ginkgos son un árbol callejero muy común; su resistencia a las enfermedades y su notable capacidad para prosperar en entornos urbanos hostiles son legendarias.

Pero hay una trampa. Hoy en día, los árboles que se plantan en los patios y las calles de las ciudades son siempre masculinos. El ginkgo es dioico, es decir, cada árbol puede dar semillas (hembra) o polen (macho). Los árboles que se venden en el comercio hortícola son siempre masculinos, creados mediante la clonación de otros árboles masculinos.

Hay una buena razón para este sesgo de género: las semillas de los ginkgos hembra contienen grandes cantidades de ácido butírico (que huele a vómito), y ¿quién quiere eso en su acera cada otoño?

No es el caso del Arnold Arboretum, donde la mayoría de nuestros ginkgos se cultivan a partir de semillas. Los árboles que se propagan de esta manera reflejan una proporción de machos y hembras cercana al 50 %. El venerable ginkgo hembra de Walter Street Gate (accesión 14670*A) se cultivó a partir de una semilla recibida de Corea en 1904. A principios de noviembre, quédese unos minutos para contemplar el magnífico color dorado de las hojas otoñales (que caen en el transcurso de sólo unos días) y el abrumador olor de las semillas maduras. Es intenso, pero merece la pena.

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Explore la biografía de Ginkgo Planta Bio

Armado y peligroso

Las mejores espinas que se pueden encontrar en el Arnold Arboretum están en la colección de Acacias de tres espinas (género Gleditsia) en la cima de Peters Hill, el segundo punto más alto de Boston. Junto a estos maravillosos árboles, quienes los visiten encontrarán una maravillosa vista del horizonte de Boston.

Algunas variedades de acacia de tres espinas son excelentes árboles de calle, y pueden encontrarse por toda la ciudad. Los cultivos utilizados para este fin se han criado de forma selectiva para que carezcan de las increíbles espinas de las especies autóctonas, lo que las hace mucho más seguras para los transeúntes. En el Arnold Arboreto no tenemos nada de eso. Nuestras Acacias de tres espinas están armadas y son peligrosas.

Una de mis Acacias de tres espinas favoritas, la Gleditsia triacanthos (accesión 1237-79*C), tiene espinas de hasta 30 centímetros de longitud y podría causar fácilmente un daño grave al observador descuidado, así que ¡esté atento!

Si le gusta este tipo de armadura, diríjase al oeste de Peters Hill y encontrará muchas otras especies de acacias de tres espinas, incluyendo algunos con troncos casi totalmente ocultos por un matorral de espinas de colores.